El alcalde de Barcial del Barco, Carlos Neches, resume la revolución que experimentará el pueblo de 240 habitantes: “La Virgen se nos apareció”. La ciudad castellano-leonesa aspira a albergar la primera biorefinería de bioetanol del mundo, un combustible ecológico, derivado del tratamiento del azúcar de la remolacha y el maíz. La filosofía de la patente, explica su promotor, el ingeniero agrónomo Vicente Merino, pasa por la ecología, la economía circular y el desarrollo agrícola de la región para obtener materias primas. Un “pozo de petróleo verde”, según su colega Silverio Mayendía, estimulará un área rural que carece de buenas noticias.
La idea, cuya primera piedra pretenden colocar en noviembre, iluminó a Merino después de estudiar las capacidades energéticas de la remolacha y concluir que mejoró la eficiencia de los modelos de producción de bioetanol como los brasileños, que utilizan maíz y azúcar de caña. Su conocimiento del tubérculo pardo, capaz de generar cuatro veces más etanol que el maíz y 12 veces más que otros cereales, mezclado con el legado de una familia criada en el campo, provocó un eureka por el que han recibido 167 millones de fondos privados. galardón de la Comisión Europea y un jugoso contrato con una multinacional asiática que adquirirá los primeros 10 años de producción: 160,000 metros cúbicos de bioetanol por año. Todo con el compromiso de promover la economía circular, pagar precios justos a los agricultores y reducir la dependencia de las importaciones.
La biorrefinería multifuncional tiene como objetivo reducir la emisión anual de dióxido de carbono en 200,000 toneladas gracias al uso de bioetanol y la producción sostenible. La planta recibirá 250 camiones de remolacha y 60 de maíz por día y 20 tanques de bioetanol saldrán por día. La actividad dará como resultado el sector de servicios en el área y tiene como objetivo beneficiar a los agricultores al generar 120,000 toneladas de alimento sostenible por año. Las remolachas provendrán de un radio de 60 kilómetros, que se pueden ampliar, y se pagarán a un precio fijo de 42 euros por tonelada. El suministro se firmó hasta 2035. Ahora se cobra a 37 euros, incluida la ayuda agrícola. Merino señala que estos subsidios se mantendrán como un fondo de compensación para “compartir beneficios” o cubrir “momentos de dificultad”.
22,000 hectáreas
La planta se ubicará en una parcela de 22,000 hectáreas que ahora es una extensión cubierta de forraje junto a un toro de Osborne. Merino y cuatro colegas detallan, hasta la rodilla, cómo la pandemia pospuso los planes, pero permitió que se completara la burocracia. Su deseo es que la fábrica esté operativa en septiembre de 2022 y cree 120 empleos directos y 1,200 indirectos.
133 ayuntamientos de Zamorano, Salamanca y León los han apoyado, así como plataformas agrarias. Una sonrisa escapa al concejal local: la proximidad a la carretera que conecta Madrid con Zamora y León le permite imaginar las ventajas para su gente, aún más si se confirman los acuerdos con las universidades. Y para los agricultores, como sus parientes, que abandonaron el azúcar porque no era rentable; ahora “todos” volverán a plantar remolachas.
Los responsables del proyecto reconocen el impulso de los Ministerios de Industria, Agricultura, Transición Ecológica y la Agenda 2030 para defenderlo ante Europa. Merino admite que los expertos de la comunidad “tuvieron dificultades para comprender las diferencias” con los modelos convencionales: el uso de remolacha y maíz permite rotar los cultivos y almacenar la producción constante, requisitos de la Política Agraria Común, además de reducir las emisiones. El esquema incluye la producción de biogás con lechada del ganado local, desechos animales y vegetales altamente contaminantes.
El presidente de la Diputación de Zamora, Francisco Requejo, presente en la reunión, toma buenas palabras de Merino y sus colaboradores. El Consejo del Condado adquirió el terreno por 315,000 euros y lo alquilará con una opción de compra. Los empresarios, que carecían al principio del apoyo institucional, consideraron establecerse en León, pero este impulso y la aprobación de la Junta de Castilla y León les hizo quedarse en Barcial. Para ampliar, miran a La Robla (León) y Monzón de Campos (Palencia), otras ciudades con lazos azucareros históricos. Solo a partir de ahora, el azúcar que producen ya no endulzará los cafés, servirá para conducir automóviles o crear biokerosene.
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Publicado por Telegraph, Guardian, Metro, Independent, The Debrief, VICE, Femail Online, Inside Housing, Press Association, Open Democracy, i-D, la revista Your Cat, Mumsnet y más.