La Liga más anómala cayó del lado de un equipo excepcional: el Real Madrid. Porque su trama después del calendario supersónico al que ha forzado la pandemia ha sido admirable. Con tal bullicio, con diez juegos a la vista en 32 días, el equipo de Zidane ha podido encadenar una victoria tras otra. La terminal frente a un Villarreal con mucha cortina de apertura y mejorada posteriormente.
La marcha a toda velocidad de Madrid ha sido imposible para el crepúsculo del Barça, varado por la falta de confianza. Del Messi abrumador en la liga de la última década, a un mosquetero real. Un coro con la espalda de un futbolista tan golpeado en el fútbol como lleno de éxitos. Pretorianos como Sergio Ramos, Varane, Marcelo, Modric, Benzema, Kroos, Casemiro … Gente a quien Zidane, digna como ninguna otra en el torneo nacional, ha logrado conectar con el bloque de la vida cotidiana. Exactamente lo que disgustaba a un escuadrón de futbolistas que se manejaban mejor en distancias cortas como los de la Liga de Campeones.
Zinedine Zidane celebra el título de la Liga con sus jugadores. En video, sus declaraciones.
Con Zidane, la Liga no es un lugar de parada, como ya se demostró con la conquista de la edición 2016-2017. La tutoría de ZZ ha sido crucial. Ha hecho que el equipo gravite hacia un núcleo de centuriones ya clásicos, sin olvidar el carrete del resto del grupo. El preparador francés ha manejado su larga colección de maravillas maravillosamente. Y esto a pesar del hecho de que cuatro jugadores de renombre tuvieron poco o casi nada que ver con la recuperación del trono nacional. Asensio fue abrumado por su desgracia en la última pretemporada. Hazard ha sido condicionado por sus problemas iniciales con la escala y las repetidas lesiones. James apenas tenía migajas, y Bale tuvo más brotes como pipero en las gradas que por su despliegue en la hierba. Enfrentados a bajas y renuncias tan marcadas, el núcleo duro, con Ramos y Benzema al timón, ha marcado el ritmo. En ese momento, los reclutas cadetes tuvieron su momento: Vinicius, Valverde, Rodrygo, Mendy …
Con su figura totémica, Zidane no se inmutó con el ensordecedor eco de Mourinho cuando el grupo colapsó en París o Mallorca. ZZ resistió cuando Madrid apareció nuevamente como ese equipo de péndulo que no le gusta el tránsito por LaLiga. Los golpes con Levante y Betis predijeron lo peor para el Real Madrid. Pero el teletrabajo de ZZ fue más efectivo. Un titánico Madrid despegó del descanso. No del fútbol tremendo, una etiqueta que nadie ha merecido este curso en Europa, sino con extrema convicción.
Gran armadura
Un real con armadura inquebrantable para sus adversarios. Blindados como nunca antes frente al maravilloso Courtois, antes del gol el equipo ha sido un orfeón: 21 jugadores han marcado en LaLiga. Además de Benzema, el autor de 21 goles, el Real ha encontrado diferentes fuentes de puntuación, lo suficiente como para que nadie en el curso haya rastreado un juego de liga. Ni antes del covid-19 ni con el frenesí futbolístico después.
Villarreal tampoco progresó, comenzando en Valdebebas con una alineación muy borrosa y poco reconocible. Como prueba, Sofian Chakla, un defensor central marroquí que solo se había alistado en un partido. Calleja prefirió ahorrar un depósito y luchar recién el próximo domingo por un lugar en la Europa League. Frente al líder lanzó medio juego, con una primera vez en la que no fue nada. Madrid, a su manera, firme y dominante, lo redujo a virutas. Ni un tiro de los amarillos antes del descanso. Madrid prodigaba lo suficiente como para despachar a su rival con una estocada. Chakla pierde un pase a Moi. Casemiro metió la escoba y Modric aceleró, arregló las centrales y dio paso a Benzema. El galo, vivificante como siempre, llegó al final. La rebelión de Osasuna en el Camp Nou ya puso el título sobre el Real Madrid en una bandeja.
El segundo acto fue más equilibrado. Iborra, Cazorla, Bruno y Ontiveros le dieron otro piso a Villarreal en la primera mitad. Madrid quería gestionar el duelo mientras esperaba un encaje. Llegó a través de una ruta casi rutinaria después del fútbol post-coronavirus: una penalización. Esta vez tenía mucha miga. Sergio Ramos, en su forma habitual Espartaco, podría en un asalto con Gerard Moreno. Fue como un trueno hacia el área de visita y cayó sobre Chakla. Definitivamente, el catálogo de Ramos antes de las penalizaciones es infinito. El capitán le guiñó un ojo a Messi. O quién sabe si Johan Cruyff. El holandés inventó la pena compartida en los años 70. Nada de un lanzamiento directo, sino anotado del juego con un colega. Suerte que Messi y Suárez repitieron en febrero de 2016. Los partidos del Ajax y el Barça se completaron. Ramos con Benzema como socio fue cancelado porque el francés pisó el área prematuramente. También debe haberse anticipado algún rival, por lo que se repitió y el andaluz le dio al francés una pista, que no falló.
El Madrid había tenido la cara de un campeón durante mucho tiempo, a pesar del gol de Iborra y una doble parada de Courtois con 2-1. Villarreal no llegó a donde llegó Osasuna y en Valdebebas había un campeón excepcional, tan inusual que fue proclamado por 34ª vez donde nunca: en el estadio monumental que honra a Di Stéfano.
Un blogger apasionado, emprendedor, amor por atracones viendo Netflix, películas.