apéndice

Como resultado de una gran crisis de desigualdad, las sociedades latinoamericanas llevan mucho tiempo polarizadas económica, social y políticamente, con una alta concentración de la riqueza y el saqueo de la democracia y los recursos naturales en beneficio de unos pocos. En julio, la presidencia española de la UE promovió una cumbre de alto nivel entre ambas regiones, una oportunidad para reactivar la agenda del diálogo político, las relaciones económicas y la cooperación con el fin de ayudar a construir un nuevo pacto social centrado en la igualdad, la protección del medio ambiente y los derechos humanos.

A pesar del renovado interés en América Latina y el Caribe (ALC), la UE sigue centrando sus esfuerzos en la Agenda de Inversión Global Gateway, un esfuerzo geopolítico que sitúa al sector privado en el centro de la propuesta política y económica de la UE. Esta estrategia podría contribuir a la vulnerabilidad arraigada de la mayoría de la población (60%), lo que conduciría a un resurgimiento de la desigualdad y la perpetuación de los privilegios. No en vano, el sector privado es llamado un actor clave en la implementación de la agenda de cooperación de Europa con América Latina y el Caribe.

En una región donde más de 380 millones de personas viven en desventaja (casi 85 millones en la pobreza extrema), 91 multimillonarios han amasado casi 400 000 millones de dólares en riqueza, desconcertantemente, la lucha contra la desigualdad no es un tema central de la estrategia de la UE. Recomendaciones de política para “reconstruir las relaciones” con América Latina.

Además, sabemos que la desigualdad extrema está asociada con el descontento democrático. Sabemos que la mayoría de los ciudadanos cree que la región está gobernada por grupos poderosos. También sabemos que cuanto mayor es la desigualdad y la influencia de los ricos, menos se confía en la democracia. 4 También sabemos que en toda crisis, los más ricos son los que más ganan.

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Si la UE quiere alinear sus intereses con los de los pueblos de la región, necesita redefinir la centralidad de la lógica de la inversión privada y resaltar el apoyo concreto a iniciativas públicas que aborden explícitamente la desigualdad como motor del desarrollo y el respeto por los derechos humanos. derechos como fundamentos de la inversión. Esto significa agregar la transformación social a la transformación verde y digital.

Si el Global Gateway realmente está destinado a imprimir el futuro de las relaciones regionales bilaterales, debe cambiar su objetivo hacia la búsqueda de inversiones que respondan a los objetivos sociales y de desarrollo, empoderen a las comunidades locales y limiten los impactos negativos. Efectos sobre la población y el medio ambiente. Para ello, debe garantizarse un espacio democrático en el debate para definir un horizonte común de transición.