Fue un final increíble. Con el tiempo completado, a los 95 minutos, un balón de Kike García fue al poste de la portería de Sevilla. El delantero cayó sobre las rodillas del portero Vaclik, quien tuvo que retirarse lesionado, luciendo muy mal. Eibar tuvo un saque de banda. Ocampos se convirtió en portero. Era el minuto 101 y el balón entró en el área pequeña para el portero del Eibar Dmitrovic, quien terminó después de escalar desesperadamente para que el argentino hiciera una salvada decisiva. Navas todavía tuvo que ahorrar en palos para que Sevilla ganara un partido vital en sus aspiraciones de jugar la Liga de Campeones el próximo año. El tramo final de la reunión fue digno de un thriller, con un fuerte Eibar que no renunció al asedio del Sevilla, que mantuvo la victoria gracias a acciones que nunca se pueden concebir en un pizarrón o un enfoque previo. Un balón al poste en el último minuto, la lesión de su portero, Ocampos con el elástico amarillo y una escalada desesperada de Dmitrovic que casi terminó en un gol y en un empate que el equipo vasco merecía.
Después de esa ración de fútbol en su estado más puro, incontrolable y mágico, pura pasión, el equipo de Lopetegui colocó seis puntos desde el quinto lugar después de derrotar a este buen Eibar. También encontró a su héroe, Ocampos, quien marcó el gol ganador después de un gran pase de los eternos Navas. Luego hizo una parada decisiva que puede tener un peso increíble en el desarrollo de la temporada. Eibar, que siempre lo intentó, tendrá que esperar otra ocasión para empatar la permanencia. La magia de Nervión puso fin al buen equipo de Mendilibar en un partido final que permanecerá para los anales de la competencia.
No es nada nuevo para Sevilla costarle a un mundo generar fútbol, especialmente en casa. Varios factores influyeron para que esta premisa volviera a ocurrir en el duelo contra Eibar en la sensual noche de Sevilla. El primero es el excelente enfoque de Mendilibar. El entrenador actualizó a su equipo con hasta ocho nuevos jugadores con respecto a lo que perdieron ante Osasuna. Con un 4-1-4-1 bastante novedoso, llenó el centro del campo con elementos para la desesperación de Banega y Óliver Torres. Habiendo convertido el núcleo en un embudo, Sevilla tampoco tenía salida en el ala, excepto por alguna acción esporádica de Navas a la derecha. El segundo factor que ralentizó el fútbol de Sevilla es la dificultad que tiene el equipo de Lopetegui para desbordar y jugar espacio. Físico y contundente, el Sevilla disfruta del contraataque, aunque sufre mucho contra equipos bien posicionados en defensa. Por lo tanto, no tiene un delantero capaz de hacer ocasiones solo. De Jong trabaja y trabaja, pero es muy difícil ofrecer los beneficios de un delantero para un equipo grande. Es una simple cuestión de talento.
Por lo tanto, Eibar contuvo a Sevilla maravillosamente, excepto en el tramo final de la primera mitad. Navas ya había advertido con cierta incursión de la banda. Fue en el balón detenido que los andaluces encontraron la posibilidad de crear peligro, finalmente, para Eibar. Dmitrovic salvó un disparo de Fernando en el minuto 43 y en la siguiente acción la pelota golpeó el brazo de Burgos sin que Mateu y el VAR decidieran que era un juego penal. Eibar comenzó a sufrir y, curiosamente, fue como resultado de un balón largo que el Sevilla tuvo otra magnífica oportunidad de marcar un gol. La jugada fue un prodigio de poder y aceleración de Ocampos, quien recibió el balón por mucho tiempo y burló a dos defensores de Eibar antes de cruzar demasiado contra Dmitrovic.
Un jugador de Navas abrió el camino a la victoria después de un buen disparo de Ocampos. Sevilla se adelantó en el marcador en una acción de enorme calidad, un verso suelto antes del buen acercamiento de Eibar. El Sevilla tuvo que sufrir mucho para ganar. Kike García ya pudo empatar y el final fue uno de los períodos. 100 minutos de juego y pura pasión resuelta por un delantero, Ocampos, metieron al portero para salvar al Sevilla con la prominencia añadida de Mateu Lahoz. El fútbol es impredecible.
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