El estudio experimental de los interiores de los planetas es difícil por razones obvias: el núcleo comienza a una profundidad de unos 3.000 kilómetros y tiene una temperatura de 5-6 mil grados centígrados. Por lo tanto, los expertos de ETH simularon la capa entre el núcleo y el manto en condiciones de laboratorio.

Esta capa límite es importante porque aquí la capa viscosa está en contacto directo con el hierro caliente y el níquel se funde fuera del núcleo. El gradiente de temperatura entre las dos capas es muy grande, por lo que aquí puede haber un alto flujo de calor. La capa límite está compuesta principalmente por un mineral llamado Bridgmanita, un silicato de magnesio y hierro muy denso.

El profesor de ETH Motohiro Murakami y sus colegas de la Carnegie Institution for Science han desarrollado un sofisticado sistema de medición que permite a Bridgmanite medir la conductividad térmica de Bridgmanite en el laboratorio a presiones y temperaturas que prevalecen en las profundidades de la Tierra.

“Con este sistema de medición, pudimos demostrar que la conductividad térmica de Bridgmanite es aproximadamente una vez y media más alta de lo que se suponía anteriormente”, dijo Murakami. De esto se puede concluir que el flujo de calor desde el núcleo hacia la cubierta es mayor de lo que se pensaba anteriormente.

Esto podría causar que la tectónica de placas, sostenida por el movimiento convectivo en el manto, se debilite y desacelere más rápido de lo que se suponía anteriormente.

“Nuestros resultados proporcionan nuevas pistas sobre cómo está cambiando la dinámica de la Tierra. Muestran que la Tierra, al igual que otros planetas rocosos como Mercurio y Marte, se está enfriando y volviendo inactivo mucho más rápido de lo esperado”, dijo Murakami.

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Imagen de apertura: Rost-9D/Getty Images