Una mujer deja una oficina de empleo en Madrid.
Una mujer deja una oficina de empleo en Madrid.Eduardo Parra / Europa Press

Casi 1.1 millones de empleos perdidos en un solo trimestre. Esas han sido las consecuencias del coronavirus y el encierro en el segundo trimestre del año. Los datos no tienen precedentes en las series estadísticas. Ni siquiera en los peores momentos de crisis anteriores hay un golpe de esta magnitud, que no es algo pequeño en un país como España, tristemente acostumbrado a ajustes laborales rápidos basados ​​en la destrucción masiva de empleos. Ese golpe ha dejado el número total de empleados en 18,6 millones, según la Encuesta de Fuerza Laboral (EPA) publicada este martes por el INE.

El impacto podría haber sido mucho mayor. ERTE y otras medidas de ayuda aplicadas durante la hibernación de la economía han contenido la destrucción de empleos. De hecho, el INE teniendo en cuenta estas medidas calcula que durante este trimestre 13,9 millones de personas han trabajado eficazmente en España.

Por el lado del empleo, la EPA, el mejor termómetro para saber qué está sucediendo en el mercado laboral, ofrece datos concluyentes sobre lo que sucedió en el segundo trimestre del año. Por el contrario, el otro lado del mercado laboral, el desempleo, dice mucho menos. Apenas creció. Solo lo hizo en 55,000 personas, una cifra altamente distorsionada por las restricciones de confinamiento, que impidieron que aquellos que perdieron sus empleos buscaran empleo activamente, un requisito esencial para ser considerado desempleado en las estadísticas. En total, en España hay 3,37 millones de desempleados y una tasa de desempleo del 15,3%.

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La gran diferencia entre aquellos que perdieron sus empleos, 1,074 millones, y aquellos que se unieron a la lista de desempleo, 55,000, está oculta entre los inactivos. Este grupo, que agrupa a aquellos que no participan en el mercado laboral, ha crecido en un solo trimestre de 16.5 millones a 17.6.

La consecuencia directa de esto implica un colapso real de la población activa, que pasó de 22,9 millones a 21,9 millones. Un movimiento de este calibre es totalmente atípico entre los de la edad laboral y la buena voluntad, ya que la evolución de este grupo, vinculada tanto a los altibajos de la economía como a los fenómenos demográficos y migratorios, suele ser más lenta que otros indicadores laborales.

Dado que estos fenómenos están muy influenciados por las medidas de confinamiento y desaceleración económica, que han llevado a una intensa destrucción del empleo y, por otro lado, han impedido la búsqueda de empleo, lo más probable es que en los próximos trimestres cientos emergen como desempleados de miles de trabajadores que han pasado directamente del empleo a la inactividad. Aunque esta declaración depende de las respuestas que las autoridades sanitarias dan a los brotes y el aumento de las infecciones que se han observado en las últimas semanas.

La crisis del coronavirus ha revertido el signo tradicional del mercado laboral entre abril y junio. El segundo trimestre del año es tradicionalmente el mejor para el empleo. Comienza la temporada turística, el buen clima fomenta las obras y las campañas agrícolas requieren mano de obra. En resumen, las contrataciones temporales aumentan la fuerza laboral. Este año ese ritual no se ha cumplido.

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En este trimestre, la EPA sí recoge la crisis durante todo un trimestre, algo que no sucedió en la edición anterior. Por lo tanto, las estadísticas, al decretarse el estado de alarma el 14 de marzo, solo pudieron recopilar dos semanas del impacto de la crisis.