El golpe del 11 de septiembre de 1973 en Chile liderado por Augusto Pinochet es un evento emblemático e impactante que todavía resuena a nivel internacional. El presidente Salvador Allende, quien fue derrocado, se convirtió en el primer socialista en llegar al poder por voto popular en la historia, lo que generó admiración dentro y fuera de Chile.
Allende era respetado por su compromiso con las reglas del juego político y su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 resonó en todo el mundo. Sin embargo, el golpe contra Allende fue interpretado como el fin del movimiento obrero a nivel mundial y fue especialmente desesperanzador para Europa.
Las imágenes del golpe y las acciones llevadas a cabo por los militares, como el ataque a La Moneda y la quema de libros, tuvieron un gran impacto a nivel internacional, provocando condena y disgustando al mundo entero. El líder del golpe, Augusto Pinochet, se convirtió en un ícono de la violación de los derechos humanos, y su detención en Londres en 1998 marcó un hito en el debate sobre este tema.
El exilio político durante la dictadura de Pinochet generó el mayor movimiento migratorio en la historia de Chile y contribuyó a despertar la solidaridad internacional con las víctimas del régimen. La diáspora chilena se organizó de manera política y cultural en el extranjero, utilizando la música como un medio importante de protesta y resistencia.
Artistas como Víctor Jara y grupos como Quilapayún e Inti Illimani mantuvieron viva la música y la memoria de Chile en el exilio, convirtiéndose en una fuente de inspiración y resistencia para los chilenos tanto dentro como fuera del país.
La historia del golpe de 1973 en Chile liderado por Augusto Pinochet sigue siendo relevante hoy en día, recordándonos la importancia de respetar los derechos humanos y luchar por la justicia en todo el mundo. La memoria de este evento trágico y sus consecuencias todavía están presentes en la sociedad chilena y en la conciencia colectiva internacional.