11 de noviembre de 2020

Hace seis años, Joko Widodo llegó a la presidencia de Indonesia, la tercera democracia más grande del mundo, prometiendo enfrentar a las élites políticas y económicas y acabar con la corrupción.

Widodo tiene mucho en común con Andrés Manuel López Obrador. Antes de convertirse en presidente, fue alcalde de la capital y ciudad más grande de su país y su ascenso al poder estuvo marcado por su negativa a comprometerse con la clase política tradicional. Otra cosa que comparten ambos hombres es un discurso nacionalista, que exalta la cultura nacional, la independencia económica y la soberanía. Incluso ganaron las elecciones presidenciales por un porcentaje de votos casi idéntico (53%).

Donde se diferencian indonesio y mexicano es en el pragmatismo del primero. Widodo mantuvo la política económica de su predecesor, Susilo Bambang Yudhoyono, lo que ha dado estabilidad al país asiático como destino de inversiones y un crecimiento económico sostenido.

A medida que el mundo se acercaba a la fiebre proteccionista que acompañó al aumento de Donald Trump, Indonesia mantuvo abiertas sus fronteras económicas. Widodo, quien fue reelegido el año pasado, incluso colocó a la economía en el centro de la política exterior, apostando por el fortalecimiento de las instituciones globales.

Esto le permitió incrementar su inversión extranjera en casi 3 mil millones de dólares entre 2018 y 2019 -en el pico del enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China- mientras que la de México disminuyó en unos 2 mil millones de dólares en el mismo período. Pero, ¿por qué hablar de Indonesia? Porque a fines de este año ese país habrá superado a México como la decimoquinta economía del mundo.

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Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el PIB de México se contraerá en 220 mil millones de dólares este 2020, para llegar al billón 40 mil millones de dólares. La de Indonesia, que superará a la de nuestro país por primera vez en la historia, será de 1 billón 89 mil millones de dólares. México e Indonesia dejaron atrás sus respectivos regímenes autoritarios casi al mismo tiempo. En 1998, cuando Suharto dimitido de la presidencia –tras 31 años en el poder–, el PIB del país asiático fue de unos 96 mil millones de dólares, mientras que el de México fue de 527 mil millones de dólares. En otras palabras, en dos décadas de multipartidismo en ambos países, la economía de Indonesia se ha multiplicado por once, mientras que la economía de México no se ha triplicado.

Los acontecimientos de los dos últimos años muestran que Indonesia hizo frente a la era del proteccionismo comercial y la pandemia mucho mejor que México.

El año pasado, el PIB de Indonesia creció un 5% mientras que el de México cayó un 0,3%. Como la mayoría de las economías del mundo, la de Indonesia seguramente caerá. El FMI estima que la contracción será de -1,5%, muy por debajo de la caída que tendrá la economía mexicana, que rondará el -9%, según la misma fuente.

En cuanto a la atención del covid-19, Indonesia registra 444 mil casos de contagio, menos de la mitad de los de México, así como 14 mil 700 muertes, la sexta parte que aquí.

Para hacer frente a la pandemia, Yakarta puso en marcha medidas anticíclicas del orden de 450 billones de rupias (unos 24.600 millones de dólares) para apoyar a las pequeñas y medianas empresas afectadas por la desaceleración de la actividad económica. El plan de emergencia, conocido como Perppu, amplió el déficit al 5,07%, por encima del límite legal del 3%.

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Aquí el gobierno afirma haber inventado una salida mexicana de la recesión que no incluye nada de eso – el presidente López Obrador Incluso ha dicho que debería patentarlo, pero países como Indonesia, que han priorizado seguir siendo atractivos para las inversiones, están demostrando que saldrán del problema mucho más rápido.

* Todo indica que la amenaza de Donald Trump hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder es algo serio. El Departamento de Justicia investigará activamente los supuestos casos de votación ilegal y el Secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo ayer que “habrá una transición fluida hacia una segunda administración” de Triunfo.