Las grandes crisis ponen en duda mantras y tabúes. Y la magnitud de la pandemia incluso ha terminado cuestionando las sacrosantas reglas fiscales europeas, que hasta ahora imponían límites estrictos al déficit y la deuda pública de los miembros de la moneda única. Bruselas propondrá la reforma del control económico de la zona euro, aprovechando la suspensión de facto de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento durará al menos hasta 2022. El debate, según fuentes comunitarias, podría ir más allá y abarcar la ayuda estatal y los impuestos.

La mayor crisis por la que atraviesa la UE ha cambiado el orden de las prioridades de Bruselas. La Comisión ya ha expresado su preocupación por un otoño en el que, sin medidas para evitarlo, puedan surgir quiebras comerciales y desempleo. Y para hacer el esfuerzo fiscal necesario para enfrentar esta urgencia, la idea comienza a extenderse en Bruselas de que será necesario un cambio profundo en las reglas fiscales. “El sistema de Maastricht está muerto y enterrado”, resume el representante del grupo liberal Renovar, Luis Garicano. “El límite del 60% es historia”, coincide el eurodiputado socialista Jonás Fernández.

Bruselas decidió en marzo pasado dar a los países una barra libre para superar los límites de déficit y deuda establecidos y rescatar a sus empresas. La caída brutal de la actividad económica requirió gastar entre 2 y 2.5 billones de euros. Según un trabajo del alto funcionario de la comunidad Marco Buti, solo en la fase de emergencia la UE requirió una inversión extra de 800,000 millones de euros. Ahora se enfrenta a otras dos etapas: la transición, para la cual necesita 500,000 millones, y una recuperación que requiere 1,2 mil millones.

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En ausencia de un plan de recuperación europeo, esa factura por ahora está a cargo de las finanzas nacionales. Y según fuentes comunitarias, todo indica que las normas fiscales continuarán suspendidas hasta al menos 2022. El Consejo Fiscal Europeo, de hecho, advirtió a los ministros de finanzas que “una retirada de los estímulos fiscales sería prematura” y les aconsejó que no lo hicieran. hasta que el producto interno bruto (PIB) de la zona del euro vuelva a los niveles anteriores a la crisis. La vicepresidenta española, Nadia Calviño, explicó que entre los ministros de finanzas de la zona euro existe una “coincidencia absoluta en la necesidad de mantener políticas fiscales expansivas” en 2021.

Sin embargo, el mayor gasto se traduce en deudas mayores. Bruselas predice que 12 de los 19 países de la zona euro estarán por encima del límite de deuda del 60% del PIB en 2021. Y de estos, siete estarían con una deuda de más del 100%, dejando el umbral establecido en la Estabilidad y Pacto de crecimiento desactualizado. O en palabras del presidente del Consejo Fiscal Europeo, Niels Thygesen, convirtiéndolo en un objetivo “poco realista”. “El umbral del 60% no tiene ningún sentido. No se basa en ninguna evidencia empírica ”, concuerda el investigador de Bruegel, Grégory Claeys.

La pregunta, entonces, no es cuánto tiempo se suspenderán las reglas. “No deberíamos volver al pacto anterior. Las reglas actuales hacen que sea imposible para las posiciones fiscales de los 19 países miembros agregados tener algo que ver con lo que la zona euro necesita en conjunto”, explica Fernández. Luis Garicano considera que las reglas deberían ser “más simples y específicas para cada país”, “y que puedan cumplirse”, agrega.

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En una nota reciente, el Consejo de Análisis Económico, el órgano consultivo francés, señala que el límite máximo del 60% establecido a fines de la década de 1980 en un anexo del Tratado de Maastricht “ahora está obsoleto” dados “los niveles de deuda proyectados para la zona euro “Y el entorno de las tasas de interés y el crecimiento, que tiene poco que ver con esa época”. La crisis pandémica definitivamente impone una redefinición profunda del marco presupuestario europeo “, subraya. La nota indica que, aunque entre 1999 y 2019 La deuda pública de la zona euro se había más que duplicado, la carga de intereses había caído en 2.5 puntos del PIB.

Varias posiciones

Antes de la pandemia, París, Roma o La Haya ya cuestionaron el marco actual. Nadie estaba contento con las reglas que requieren una guía de 200 páginas. Todos estuvieron de acuerdo en que se necesitaba más simplicidad. Pero inmediatamente después, algunos también pidieron más flexibilidad y otros, menos discreción.

La pandemia obligó a suspender el debate sobre la reforma hasta el próximo año, aunque también ha elevado las expectativas de cambios. El Comisario de Economía, Paolo Gentiloni, declaró en una entrevista con EL PAÍS que la situación que experimenta la UE en la primavera influirá en esta discusión. “Necesitamos que esas reglas se adapten a la situación”, dijo. También el ex presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, instó a cambiar las reglas.

Sin embargo, algunas capitales esperan que las reformas económicas vayan más allá del marco fiscal. El eje francoalemán ya propuso cambios en la política de competencia antes de las elecciones europeas para que las empresas del continente puedan enfrentar a las de China o Estados Unidos. “Tenemos que conciliar la política industrial, comercial y de competencia. Ahora es el momento de hacerlo”, reiteró el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, la semana pasada.

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“Después de la crisis habrá un nuevo modelo para el Pacto de Estabilidad, el Semestre Europeo y para el control de la ayuda estatal”, sostienen fuentes diplomáticas. Sin embargo, la reforma de las normas de competencia provoca el rechazo en países como España o Portugal, que temen que pueda convertirse en una ventaja competitiva para los países con más margen fiscal. “La política de competencia actual es la joya de la corona de la UE y creo que debe preservarse para evitar distorsiones”, dice Garicano.