Pocos meses después del golpe militar de 1976, el actor Luis Politti fue informado por los militares que lo acababan de liberar tras tres días de secuestro que tenía 48 horas para abandonar el país. El destino elegido fue México, donde su esposa, profesora universitaria, tenía conocidos que le podían ayudar. Pero cuando llegó al país azteca se encontró con una dura realidad. A pesar de que en Argentina era un actor conocido y respetado, con una buena trayectoria en cine y televisión, en ese otro gran mercado latinoamericano nadie había visto sus series y películas, por lo que no le quedó otro remedio que volver a empezar como extra.
Ese desconocimiento mutuo se mantuvo durante años, y aunque para los cantantes la situación siempre ha sido otra, las estrellas televisivas de Perú o de Chile no lo eran en Costa
Rica o República
Dominicana. En el cine el proyecto Ibermedia, que ayuda con fondos a coproducciones hispanoamericanas, ha ayudado a que actores españoles se hayan ido a filmar a América Latina, un requisito indispensable para acceder a esos fondos, pero nunca fue igual en la televisión.
La producción cuenta en tono satírico los pormenores del escándalo futbolístico que salió a la luz el 2015
Muchas telenovelas mexicanas, brasileñas y argentinas se vieron en otros países, pero el concepto de crear producciones latinoamericanas que apelaran a toda la región tomando estrellas de cada territorio fue largamente resistido, hasta que Netflix demostró que todo era cuestión de democratizar el acceso. Narcos
, la serie que narró la historia del narcotráfico desde la perspectiva de la DEA, se atrevió a mezclar escenas en castellano y en inglés y actores de todo el continente, como el nacido en Kentucky Boyd Holbrook, el chileno criado en Nueva York Pedro Pascal, el brasileño Wagner Moura, los mexicanos Paulina Gaitán y Raúl Méndez, o los colombianos Juan Pablo Raba y Manolo Cardona, obteniendo un sólido respaldo de la audiencia y de la crítica.
Sin embargo, es El presidente , la serie original de Amazon Prime estrenada en junio, la que se ha lanzado a cambiar las reglas del juego. Producida y filmada íntegramente en Chile, en una sociedad entre Gaumont, la misma compañía francesa que hizo Narcos, y Fábula, la empresa de los hermanos Pablo y Juan de Dios Larrain, la propuesta que ha sido creada por el ganador del Oscar y el Globo de Oro, el argentino Armando Bó en su primer trabajo televisivo, intenta crear una historia internacional, para lo que fueron recreadas en Santiago escenas que tienen lugar en Asunción, Buenos Aires, Ciudad de México, Nueva York y Zurich.
Con un presupuesto muy generoso, la serie cuenta en tono satírico los pormenores del escándalo del Fifagate, que salió a la luz en el 2015 y por el que fueron procesados muchos directivos del fútbol. Quizás la apuesta más grande de Bo y los Larrain fue contratar al actor colombiano Andrés Parra, famoso por haber encarnado a Pablo Escobar en El patrón del mal y a Hugo Chávez en El comandante , para que encabezara el elenco como Sergio Jadue, el presidente de un club pequeño del interior de Chile que por esas cosas del destino quedó al frente de la ANFP, la entidad que rige el fútbol de ese país y quien a su vez obtuvo un asiento preferencial en la Conmebol, la organización sudamericana que organiza la Copa América y por la que pasan millones de dólares.
Parra hizo un trabajo asombroso como Jadue, una figura muy conocida para los espectadores chilenos, usando un acento local impecable. Lo mismo ocurre con Paulina Gaitán, la mexicana que hizo de la esposa de Moura en Narcos y que pasa perfectamente como chilena. Bó también convocó a otra estrella mexicana, Karla Souza, conocida por la serie Cómo defender a un asesino y le dio el papel del dirigente colombiano Luis Bedoya al chileno Luis Gnecco, famoso por encarnar a Pablo Neruda en la película que dirigió Larrain. El argentino Alberto Ajaka interpretó a uno de los personajes ficticios de la historia, el asistente chilenolibanés de Jadue, Jashir, y asimismo participaron otros dos compatriotas de Bó, esta vez haciendo de personajes argentinos, Luis Margani, que encarna a la perfección al cerebro de la conspiración y también el narrador de la historia, Julio Grondona y Federico Liss, quien interpreta a un ejecutivo dispuesto a todo para conseguir contratos.
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