Sevilla nunca había sido vista vestida de azul para Bilbao. La camisa blanca había sido sagrada en todas sus visitas a la Catedral. Tal vez cambió por el mal de ojo. Será eso, la mala suerte de haber perdido todos los juegos que jugó en el nuevo campo de Atletismo, y los últimos en el viejo. Más de una década, que ya está perdiendo para un equipo con el potencial del Sevilla, enganchado en el noble piso de LaLiga, pero llegó a San Mamés y se desinfló contra uno de sus rivales de toda la vida. Esta vez ganó.
El equipo de Lopetegui se apretó en los primeros minutos. Lo hizo con sentido, metiendo en problemas a un Athletic que no sabía dónde golpeaba el aire, aunque el olor del mar podría haberles dado la pista de que provenía del norte. No era que los hombres de Lopetegui llegaran a la zona en peligro, sino que eran lo suficientemente intimidantes como para poner a los rojiblancos en su campo. Los visitantes la tocaron bien, con alegría, pero se diluyeron en el borde del área. Dispararon varias veces pero sin apuntar. Williams tuvo lo mejor del Athletic en el noveno minuto, y Ocampos respondió en la próxima jugada. La mitad de la primera mitad fue Sevilla, que tenía una mejor opción en un centro de Navas desde la derecha, pero Suso terminó algo forzado y el balón fue alto.
Athletic gradualmente recogió el tono del juego con el paso del tiempo, aunque sufrió un serio revés con la lesión de Yuri, la mejor después del regreso de la competencia. El equipo de Garitano perdió profundidad de su lado, aunque a partir de ahí llegó el gol, unos minutos después, en una apertura a Sancet, que dejó a Vesga corto. Su centro cruzó el área hacia Capa, camuflada detrás de Reguilón, para ponerla fuera del alcance de Bono, el titular debido a la lesión de Vaclik.
Sevilla perdió el pie de la portería y el Athletic estaba lleno de energía. El último cuarto de hora se jugó en el campo visitante y la gente de Bilbao pudo alargar las distancias en el descuento, en una pelota que cayó a Muniain en el área pequeña. La subasta, deficiente, se fue.
Con el resultado en contra, el Sevilla tardó en encontrar su lugar en el campo, porque después del descanso fue el Athletic quien tomó la iniciativa y pudo anotar en un tiro de Córdoba que atrapó Bono. Poco a poco, sin embargo, los visitantes, que no tenían otra opción, se lanzaron al asalto en el área de Unai Simón, quienes respondieron con un par de paradas enormes a los disparos de Suso primero y Ocampos después.
Sin embargo, fue la apuesta de Lopetegui por De Jong y, sobre todo, por Munir, lo que transformó por completo el panorama. Cinco minutos después de los cambios, el segundo causó una falta en el borde del área que Banega convirtió en un empate. Casi sin tiempo para conceder el golpe, un centro de Banega remató con un cabezazo de Munir, sin marca para poner al Sevilla por delante. El plan funcionó para el entrenador del Sevilla. Su equipo ganó peso en ataque justo cuando comenzó el declive físico del Athletic, que en un respiro se vio detrás en el marcador. Los rojiblancos agotaron los cambios, tratando de poner dinamita en el campo, con Ibai, Kodro y Villalibre, pero ya era cuestión de escalar una cuesta frente a un equipo rocoso en el que Ocampos, retirado en el minuto 88, seguía siendo El faro que iluminaba todas las acciones de su equipo.
Después de nueve temporadas consecutivas vencidas de la Catedral, Sevilla, vestida de azul, regresó para llevarse los tres puntos, que son oro molido por sus aspiraciones de jugar la Liga de Campeones la próxima temporada. Los de Athletic, que buscan la Europa League, se diluyeron cuando Munir entró al campo y se conectó con Banega. La camisa era para el mal de ojo, sí.
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