Oier estaba apretando a Toni Lato, muy emocionado, merecidamente. El niño, que aterrizó en Pamplona en el mercado de invierno, firmó una victoria que le otorgó a Osasuna tres puntos muy valiosos y le permite acariciar la salvación. Con 38 en el casillero, los navarros respiran aliviados y están muy cerca de terminar un curso muy valioso, mientras que Alavés, bien posicionado a pesar del revés, todavía tiene tareas que hacer y aún pesa los seis goles concedidos en Vigo.
El primer acto transcurrió entre la indefinición de uno y otro, como si la vergüenza que pesaba sobre Vitoria los invitara a darse la mano y deambular. Osasuna hostigó en los primeros minutos, como ya lo hizo en Mestalla, y propuso un poco más para Alavés, que estaba satisfecho con una dosis mínima de orden para enviar ante un rival no relacionado que anhela la marcha extra que hirió a Chimy Ávila, su corsario, trae más alto. En cambio, Gallego está harto de correr y acolchar globos aerostáticos en forma de islote, pero sin socios en la segunda línea, su trabajo queda en la oscuridad.
Rubén García se convirtió en el único agitador por parte de los navarros, con más voluntad que éxito, mientras que la gente de Vitoria se apoyaba en las travesuras de Lucas Pérez y Joselu, siempre con ganas de hacerlo en los marcadores. Se asociaron después de cinco minutos y el segundo pudo abrir el marcador, pero terminó alto y cerca del descanso se quedó con el deseo nuevamente cuando anticipó a Lato y se dirigió hacia el travesaño.
En medio de un duelo relajado y sin dueño, fraternal hasta ese momento, el extremo valenciano estalló como un rayo en el reinicio: Enric Gallego no acomodó bien una bola colgante, pero Ely fue a otra historia y Lato apareció como un cohete y cruzado con el instinto de un extremo.
Anteriormente, Herrera y sus centrales habían hecho un desastre que el astuto Lucas Pérez estaba a punto de aprovechar, y en el otro lado del campo, David García se cepilló el cuero con el flequillo y Aridane se encontró en su rodilla, también permaneciendo cerca de él. la recompensa. No golpeó a ninguno, ni al dúo local rebelde ni a los defensores. rojillos en esa acción aérea, pero Lato lo hizo con un tiro perfecto y sorprendió a Alavés, atontado desde allí hasta el final.
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